(Salesianas · 10/12/21) La capilla de la Casa provincial de las Salesianas acogió, el sábado 4 de diciembre, una solemne Eucaristía presidida por el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, en el marco del 150 aniversario de la fundación del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Una familia religiosa nacida del corazón de Don Bosco y de la fidelidad creativa de Madre Mazzarello que el 5 de agosto de 1872, junto al primer grupo de once mujeres jóvenes, pronuncia su “Sí”, como María.
Entre la asamblea S. María del Rosario García, actual Vicaria general del Instituto, el Consejo inspectorial, numerosas salesianas procedentes de las 54 comunidades presentes en España, junto a seglares representantes de las comunidades educativas, niños y jóvenes que han querido vivir este acontecimiento en primera persona.
Junto al cardenal concelebró D. Fernando García, inspector salesiano (SSM), además de otros salesianos y representantes de la iglesia local como D. Avelino Revilla, Vicario general de la archidiócesis de Madrid y el padre Ángel Camino, OSA, vicario episcopal de la Vicaría VIII.
En su homilía Don Carlos destacó tres palabras: elegidas, agraciadas, amadas para regalar ese amor de Dios que descubrimos en nuestra vida. Nos invitó a llegar – como hacía Madre Mazzarello- al corazón de los jóvenes por la entrega y la dedicación a ellos, porque solo entonces podremos restaurar sus corazones. Y nos instó a no olvidar que somos un Instituto que es todo de María.
Al finalizar la Eucaristía se dio paso al acto conmemorativo en el que se fueron narrando acontecimientos significativos de la historia del Instituto, a través de los cambios de sede de la Casa generalicia desde Mornese a Roma, pasando por Nizza y Turín. Pinceladas de historia delicadamente combinadas con música y canción que hizo del acto un momento sencillo y entrañable que movió al corazón al agradecimiento y al compromiso para seguir dando vida al carisma.
Los jóvenes estaban especialmente convocados al último de los actos del día. Una noche de arte y oración bajo el título “Las huellas de mi camino”. Música, imagen, silencio y palabra se conjugaron con finura y emoción para facilitar el encuentro con Jesús. Tres momentos, tres figuras en las que centrar nuestra mirada: María a cuyos pies Maín ponía las llaves de la casa y las de los corazones, Jesús entregando la vida en la cruz, y Madre Mazzarello representada con una vid, sus cartas y un hábito religioso. El protagonismo juvenil ofreció al momento un bonito tono vocacional.
Como un eco se repiten en el corazón las palabras de Don Bosco a las hermanas de Nizza: “María camina por esta casa”. Experimentamos que no es un modo de decir, es real, es pasado, es presente y futuro. María ha guiado estos 150 años de historia, de vida, y lo seguirá haciendo.