La abadesa del monasterio de Sant Benet de Montserrat nos aproxima a su concepción de esperanza en su entorno
Esta semana, entre los testimonios de esperanza de la vida religiosa, llega el de la abadesa del monasterio de Sant Benet de Montserrat, María del Mar Albajar, licenciada en ciencias económicas y en teología y abadesa del Monasterio desde el de 2015.
La abadesa explica, cómo en pleno momento de pandemia, «la esperanza nos ayuda a vernos y a vivirnos como podemos ser, como Dios nos mira y nos quiere. Y es desde aquí personalmente y como comunidad que queremos responder a este momento concreto de nuestra historia», añade.
Esperanza y realidad
Además de la plena dedicación a la oración, desde el Monasterio, las hermanas benedictinas elaboran cerámica, imparten cursos y se comparte espacios de oración. En su testimonio, la abadesa de Sant Benet expone como desde su mirada, «la esperanza tiene mucho que ver con el contacto con la realidad». Una realidad vivida desde «el encuentro, la aceptación de lo que pasa, la mirada amorosa, con todas las dificultades y todo el dolor que está pasando en cada momento».
El abadessa destaca como la esperanza supone para la congregación «una invitada a nuestra vida». «Invitada porque no la fabricamos, no es fruto de nuestras ganas, sino que nace cuando somos capaces de mirar y ver con todo el corazón lo que estamos viviendo», explica.cuando
Entre las personas y la naturaleza
Esta mirada esperanzadora la encuentra a través de sus hermanas más jóvenes y las más veteranas. «Para mí es esperanza cada vez que hablo con mujeres jóvenes que se plantean la vida y están dispuestas a poner presente y futuro en el seguimiento de Jesús y en el Dios que las llama«, explica la abadesa. «También, mis hermanas mayores, su sonrisa, su mirada y disponibilidad, generosidad de estar tantos años con el silencio vida comunitaria y palabra de Dios”, añade.
La misma naturaleza es también un motivo de esperanza para las benedictinas. Así lo expresa María del Mar, que destaca cómo se encuentra en el entorno que rodea el monasterio. «El silencio de la naturaleza muriendo y renaciendo constantemente, en el sol que no se cansa de salir cada mañana, en la búsqueda compartida de sentido y futuro en esta situación global tan dura«, expone.
Vida interior
Por otro lado, aparte del mundo exterior, la abadesa destaca la importancia del mundo interior. Concretamente expone la esperanza de que le aporta «el encuentro diario con el mismo interior y conmigo misma con el silencio del corazón con el Evangelio». “A veces la esperanza es una gran energía – continúa el abadessa- que me da fuerza para sacar adelante los proyectos y otras veces aquella chispa pequeña que me dice volvemos a empezar».
La M. del Mar expone como en la oración, «la esperanza es la fuerza que nace más allá de mí, dentro de mí, y que me permite reconocer la Vida y en medio de la oscuridad cuando nos levantamos para ir a matines. “La esperanza es la vida que late en la Palabra de Dios que rezamos y escuchamos reunidas en la iglesia bajo el abrazo de Cristo que nos preside«.