(Claretianos) Este viernes 19 de enero ha fallecido en Barcelona el hermano claretiano Jaume Vergés y Espinàs a los 81 años después de 62 años de vida religiosa. Nacido en Sant Julià de Vilatorta (Osona) el 13 de mayo de 1936 ingresó en el seminario de los claretianos a la edad de dieciséis años. Entre otros destinos estuvo a las comunidades de Vic, Sallent, y Solsona.
Buena parte de su servicio pastoral fue a la comunidad claretiana de Solsona de la que formó parte de 1968 a 1981. Junto con la comunidad claretiana impulsó numerosas actividades culturales, teatrales y musicales y se dedicó especialmente a la pastoral entre los jóvenes y los niños. Una amplia actividad en la que destaca la fundación y la dirección de la Coral Infantil Riallera, que llegó a reunir 200 niños. Fue también director de campamentos y de colonias. “Mi ideal era estimar a los niños como Jesús los estimó”, explicaba. Una vocación que también pudo desplegar como profesor de música y de religión.
El 2005, a raíz de una iniciativa popular, el Ayuntamiento de Solsona lo nombró Hijo Adoptivo de la Ciutat. Es una muestra del gran recuerdo que dejó, muy vivo años después, y es la máxima distinción que podía hacer el consistorio solsonés. En el homenaje que le hicieron en Solsona para entregarle la distinción, el hermano Vergés destacó la satisfacción “por haber cumplido una misión en bien de los niños y jóvenes” y porque sentía que se reconocía “todo el trabajo misionero y cultural que los claretianos de Cataluña hemos hecho en Solsona, en la comarca y en el obispado”. Nunca perdió el contacto con Solsona donde cada año pasaba algunos días de vacaciones y siempre guardó una gran devoción a la Virgen María del Claustro.
«El niño de Miráculo»
La trayectoria espiritual del hermano Vergés se sostiene en la dura experiencia que vivió de pequeño. La familia estuvo fuertemente sacudida por la Guerra Civil, que se inició unos meses después nacer. Durante la Guerra mataron su padre y tres familiares más. Acabada la Guerra, con tres años, tuvo una caída que le fracturó la espalda. Sufrió la traumática experiencia de pasar diez años inmovilizado en una litera. Una experiencia de sufrimiento de la cual años después explicaba que “siempre que veo el crucifijo, le doy gracias por haber podido sufrir como si hubiera estado con Él en la cruz”.
Vivió esta dura experiencia viendo los sacrificios que hacía su madre y a la vez encomendándose a Dios, a María y a San Antonio María Claret, por quien la familia tenía una gran devoción. Cuando los médicos ya habían sentenciado que las complicaciones de la espalda lo llevarían a la muerte, decidieron intentar que se levantara. A pesar de que le faltaban cuatro vértebras se sostuvo de pie después de años inmovilizado. Un hecho que contemplaron con sorpresa ocho médicos y que hizo que fuera conocido como “El niño de Milágro”. El hermano Vergés siempre atribuyó aquella curación a sus plegarias, a la devoción de su madre y a la vocación religiosa: “Dios me continuaba llamando para que fuera algún día ferviente seguidor suyo y por el bien de mis hermanos”.
Con este bagaje ingresó en el seminario claretiano de Montgat a los dieciséis años. Después del noviciado en Vic hizo la profesión temporal el 1955 y fue destinado cinco años al seminario de Alagón. El 1961 hizo la profesión perpetua y después de un año en el teologado de Valls se incorporó a la comunidad de Cervera.
Un hermano sastre
Desde entonces en todos sus destinos siempre estaba totalmente disponible al servicio de la comunidad, por sencillo que fuera: “para toda tarea que sea ayudar a la familia, que son los misioneros claretianos”. Sus conocimientos y buen hacer en la sastrería lo trajeron a encargarse de todas las cuestiones relacionadas con el vestuario y otras tareas domésticas. Una dedicación que siempre combinó con la animación pastoral y el acompañamiento personal. También destacó su especial dedicación a la animación litúrgica y el canto, a los grupos de fe y, especialmente en los últimos años, a los enfermos y a la gente mayor.
Después de casi diez años en Solsona, entre 1981 y 1990 estuvo una década en Sallent. Allá continuó su tarea de promoción del canto coral y el apostolado entre jóvenes y niños. En Sallent también fundó y dirigió la Coral Infantil “Saltirons del Llobregat”.
El 1990 llegó el destino pastoral más largo que lo llevó 25 años a Vic. Además de los servicios pastorales y a la comunidad, en Vic destacó por cómo supo transmitir el legado del padre Claret a través del Museo y del Templo-Sepulcro. Un verdadero testigo de la devoción en San Antonio María Claret a quien atribuía su curación.
Entre su incasable actividad, todavía guardaba tiempo para una de sus aficiones. Cursó los estudios oficiales de Meteorología y colaboró en algunas secciones informativas locales de esta especialidad.
Desde 2015 vivía en la comunidad asistencial de Barcelona. El funeral se celebró el domingo 21 de enero a las 10h. de la mañana en el Santuario del Corazón de María de Barcelona.
El alcalde de Solsona, David Rodríguez, lamentó profundamente la pérdida y Ayuntamiento de Solsona organizó un autocar para facilitar la asistencia al funeral.