Te ofrecemos, Señor, nuestra vida, nuestra plegaria,
nuestro trabajo apostólico, nuestras esperanzas y alegrías,
nuestros problemas y sufrimientos.
Que en los acontecimientos de este día, estemos dispuestos
a recibir tu Palabra y a responder generosamente
como lo hizo Maria.
Que el pan cotidiano que sigues dándonos en la Eucaristía,
se transforme en fuente de vida para nuestros hermanos y hermanas
y de gracia en nuestras relaciones con las personas con las que estemos contacto con nosotros, hoy.