(Fray Pere Cardona, ofmcap.) El sábado 6 de noviembre, hemos celebrado la beatificación de tres hermanos nuestros capuchinos occisos en Manresa en 1936, por el único delito de confesar la fe en Jesucristo. Alguien puede interpretar la beatificación como el final feliz de un proceso no exento de algunas trabas. ¡Sí, que tenemos que dar gracias de Dios por este motivo!
Es en la celebración de la Eucaristía donde ha tenido lugar el reconocimiento del martirio de nuestros tres hermanos, Benet de Santa Coloma de Gramenet, Josep Oriol de Barcelona, Domènec de Sant Pere de Riudebitlles, fueron mártires, humildes discípulos de Cristo, testigos de él hasta derramar la sangre, como leemos en la Carta Apostólica del Papa Francisco.
Pero una vez acabada la celebración y recibidas todas las felicitaciones habidas y por haber, en la Provincia Capuchina de Cataluña y Baleares todavía nos queda trabajo por hacer. Pienso que esta celebración a todos los frailes nos ha «tocado» como colectivo, y también a cada uno en particular.
Como Provincia, tenemos que dar respuesta a aquello que el Señor nos ha dicho en nuestro corazón; e igualmente en los signos de la celebración Eucarística del día 6 de noviembre. Y me atrevo a decir y, ¡ya es osado hablar en nombre de todos mis hermanos de hábito!, que como leemos en los gozos a los mártires, queremos seguir la llamada, al igual que ellos, compartiendo la vida en pobreza y hermandad como san Francisco, porque sólo Dios nos basta.
Una jaculatoria para acabar, y que dice mucho:
Dadnos vuestra fe valiente hermanos mártires capuchinos.
Felices vosotros cuando, por causa mía, os insultarán, os perseguirán y esparcirán contra vosotros todo tipo de calumnias. Alegraos y celebradlo, porque la vuestra recompensa es grande en el cielo (Mt. 5, 12).