(URC · Redacció) Joan Prat es escolapio y trabaja en el proyecto Pont Jove de Servei Solidari. Esta semana, nos cuenta su testimonio de esperanza motivado por esta iniciativa, iniciada en 1993 por los escolapios de Cataluña, gracias a la que él encuentra su fuente de esperanza.
Un puente de acogida
El proyecto se organiza a través de pisos asistidos, desde donde se da asistencia a jóvenes tutelados, nos situación vulnerable. Entre éstos, destacan jóvenes autóctonos con dificultades con sus familias y, por otra parte, inmigrantes que llegan de fuera y necesitan ayuda para establecerse.
«Acoger gente en nuestros pisos nos hace compartir la vida de los adolescentes y jóvenes con sus miedos e ilusiones de futuro – explica el escolapi-. Todos ellos vienen con una mochila y nuestro trabajo es estar cerca de ellos y ayudarles«.
Esperanza desde el acompañamiento
En su testimonio, Joan expone que, ante el contexto actual amenazado por el Covid, «podemos pensar en desesperanza o verlo todo oscuro. Sin embargo, – asegura – hay otra cara de la realidad y más esperanzas». En este sentido para él «acompañar a los jóvenes que han vivido situaciones difíciles con sus familias o que han tenido que abandonar sus hogares y emigrar me hacen vivir con esperanza».
«Si tuviera que pensar en aquellas cosas que me dan esperanza – explica el escolapio – es que estos jóvenes que crecen, se equivocan, que tienen miedo, a veces, echan atrás, saben que hay alguien a su lado que los acompaña». «Me da esperanza que sientan la implicación personal de otro que los trata como personas y les desea lo mejor». «Quiero pensar que crear un espacio donde se sientan escuchados y acogidos y será para ellos lugar de esperanza», añade.