Puri Alzola, hermana oblata de la comunidad de Barcelona, explica cómo viven la Cuaresma desde la congregación y, concretamente, desde la familia de voluntarios, profesionales y mujeres que conforman Lugar de la Mujer.
La familia oblata de Barcelona
La congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, presentes en Barcelona desde 1989, atienden a mujeres en contextos de prostitución y situaciones de trata de blancas con fines de explotación sexual. Su presencia en el barrio del Raval data de hace muchos años y es conocida sobre todo gracias al Lloc de la Dona, ayudan a las mujeres en situación de exclusividad y les ofrecen un espacio de acogida y dan respuesta a sus necesidades.
Tal como explica Puri Alzola, «las hermanas de la comunidad, en edad de jubilación, se dedican a realizar tareas de apoyo y acompañamiento con las tareas del centro», ayudando a los profesionales, voluntarios y laicos que trabajan en el centro. «Entre todos nosotros formamos la familia oblata de Barcelona», asegura.
Cuaresma en tiempos de pandemia
Cuando llega el tiempo de Cuaresma lo viven como «una oportunidad, cambio y renovación». Según explica, «la viven desde la perspectiva que Dios se hace presente en nuestra labor del día a día. Por eso queremos mantener la mirada atenta a la realidad y a las personas con las que nos vamos encontrando«, explica.
Este año, Puri Alzola subraya como el tiempo cuaresmal es diferente por el impacto de la pandemia. Tal como explica, la enfermedad, que ha atacado a todos por igual ha roto barreras y ha intensificado los vínculos. «Todos hemos sentido la fragilidad y la vulnerabilidad en la propia carne. También las mujeres. Y esto nos ha hecho sentirnos más cercanas a ellas y vivir con más igualdad». En este sentido, la hermana oblata asegura que «todas nos sentimos llamadas a hacer un camino conjuntas y acompañarnos entre nosotros».
La hermana oblata destaca como en el barrio del Raval, a pesar de la vulnerabilidad de los que viven, se vive el «compromiso de lucha por la justicia y se conjuga muy bien las diferencias». Alzola asegura que la situación de pandemia ha motivado «la solidaridad y la acogida».
El ayuno: «superar los obstáculos»
«Esta Cuaresma nos llama a abrirnos a la situación de los demás y saber comprometerse. Ser un corazón que ve y se solidariza con la situación de los demás«. Así lo afirma Puri Alzola, quien destaca como el ayuno que les pide el Señor sigue este camino.
Nosotras, oblatas, «leemos el ayuno cuaresmal en la línea de comprometernos para superar obstáculos y dificultades que impiden la incorporación de las mujeres plenamente a la sociedad y que sus sueños puedan hacerse realidad». «La práctica que se nos piden es comprometernos por la liberación de estas personas y sumarnos al reto humanizador de Jesús», añade.
Según explica, su vocación se activa y se sienten «desafiadas y con un reto» cuando «escuchan los anhelos de las mujeres». Sueños de «felicidad, igualdad, participación y proyectos de futuro». «Por eso, intentamos crear canales de inclusión, hacer propuestas de cooperación y contar con las propias mujeres para que se incorporen poco a poco a la sociedad. Trabajar para superar la situación de invisibilidad pobreza y desigualdad que las mujeres sufren«, concluye.