Hoy, día 8 de marzo, nos felicitaremos, se harán acciones para celebrar y hacernos visibles. Se publicarán miles de noticias y se leerán manifiestos en todo el mundo. Muchas instantáneas quedarán grabadas para siempre, si no en nuestras memorias, sí en los archivos históricos.
Felicidades a todas! Es nuestro día y todo el mundo lo sabe. Felicidades, pero, por lo que somos y construimos.
Se habla y se discute mucho del «papel de la mujer»: en el mundo, en la sociedad, en la Iglesia, en la vida consagrada … Y se llenan páginas de palabras y celebramos congresos y encuentros, para averiguar entre todas y todos, este «papel» de la mujer. Y verdaderamente, es de agradecer porque lo hacen muy en serio y con honestidad.
Qué reflexión hago yo hoy? Realmente deseo que no tengamos «ningún papel que jugar» en ninguna parte. Ni en la vida religiosa! No os asustéis. Dicho así puede impactar. Ya sé que no es más que una expresión, pero a veces las expresiones terminan engendrando conductas y las consecuencias.
Nosotros,las mujeres, así como, los hombres, no tenemos que hacer ningún papel en ninguna parte. Es decir, no hemos sido llamados a la vida para hacer «ningún papel» sino a vivir únicamente el motivo por el que hemos sido «creados y llamados» a ser. Creados a «imagen» y «semejanza» de Dios. Llamados a ser la imagen de su Hijo.
Dice San Pablo a los Romanos: «Sabemos que Dios todo el bien de quienes lo aman, los que Él ha decidido llamar, porque El que los conocía desde siempre, los ha destinado a ser imagen de su hijo» (Cf. Rm 8, 28-29).
Vivir según el querer de Dios: Esta es la razón de ser– para mí – en la vida religiosa y donde se nos pida o sea necesario. Desgraciadamente, la presencia del pecado introdujo demasiado pronto la sumisión de unos sobre los otros y esta realidad ha ido atravesando la historia humana hasta nuestros días, dejando a su paso, víctimas e injusticias. Pero, sin embargo, no invalida el querer de Dios sobre el hombre y la mujer. Y nuestra tarea es actualizar la voluntad de Dios. Para que todos los esfuerzos y trabajos que apunten hacia ella son bien mirados y aplaudidos por todos.
Por eso me niego a hacer o tener «ningún papel» en la vida. Ahora bien, aplaudo y me uno a todas aquellas mujeres que desgranamos nuestra razón de ser y, concretamente en la vida religiosa: ser mujeres y ser consagradas.
Seguras y firmes en Aquel que nos ha llamado: Animamos a seguir reproduciendo su imagen, por lo que, con el Espíritu en el corazón y el Cristo en las manos, rezuma por doquier su misericordia, sabiduría, guía, enseñanza, su amor.
Anunciemos por todas partes la Bonanova, según el don que cada una ha recibido del Señor. Con la cabeza bien alta y los pies bien arraigados en la tierra. Recorremos caminos, suben allí donde sea necesario o bajamos hasta el mismo infierno de nuestros hermanos más pobres, para que todo el mundo llegue el anuncio de Cristo.
Que nuestro buen hacer -donde sea que nos encontramos haciendo la misión- enmudezca toda persona con intenciones distorsionadas, ancladas en filosofías o posturas excluyentes, que discriminan sin rodeos, pensando tener la razón y la verdad.
Benditas somos del Señor! Bienaventuradas si somos del Señor!
Hna. Rosa Masferrer Felip, rsjg
Arequipa, 3 de marzo de 2019