Entrevista fray Jean Jacques Pérennès, dominico galardonado con el VI Memorial Cassià Just
Cuál ha sido su reacción al saber que la Generalitat de Cataluña os había concedido el Memorial Cassià Just?
Una gran sorpresa, porque he hecho muchas cosas en mi vida, pero no me parecen excepcionales. Ciertamente, no he tenido una vida normal, pero no me parece extraordinaria, y todavía más teniendo en cuenta el alto nivel de galardonados en ediciones anteriores, como el cardenal Martini. Lo que más me gusta del premio es que subraya el diálogo islamocristiano, uno de los aspectos más significativos de mi vida y del mundo actual. A veces tenemos dificultades para transmitir un mensaje de diálogo, de encuentro. Y esto me da la oportunidad de compartir unos sueños.
De joven hasta ahora debe de haber cambiado mucho la visión del Islam y la diversidad religiosa. Cómo ha evolucionado? No es sólo una evolución personal, sino social. Yo viví en Argelia hasta 1985, y entonces no había problemas de extremismo. Yo me podía mover con libertad. Entonces había en la Iglesia católica el deseo de diálogo interreligioso, fruto del Concilio Vaticano II, porque había el reto del diálogo con la cultura moderna, y en esta cultura hay varias religiones. Después vinieron años difíciles: la revolución iraní, la ocupación soviética de la Afganistán, de la cual AlQaida fue una consecuencia, el islam político que impulsa Arabia Saudí… y finalmente la violencia de AlQaida, los talibanes, Daesh. He vivido épocas diversas, pero la evolución es más social que personal. Ahora es más difícil que cuando empecé.
Cuál es la dificultad?
Para mí, la dificultad no es el miedo. Tengo una gran confianza. Para mí la dificultad se encuentra en la posibilidad de compartir los sueños, el encuentro. La gente se cierra mucho por miedo o por incultura…
Siglos después de la expulsión, la inmigración islámica llegó a Cataluña hace cuatro décadas. En cambio, la presencia de judíos y cristianos en los países donde el Islam es mayoritario y tradicional es antigua. No se conocen bien unos y otros?
Han vivido juntos durante siglos, tienen la misma lengua. El patriarca melquita Gregori III dice que son la Iglesia del Islam, porque tienen la misma cultura y la misma lengua. Pero también es verdad que recientemente han vivido momentos muy difíciles, porque habían vivido momentos de paz y de guerra, pero los habían vivido juntos. Es una lástima que en los últimos diez o quince años hayan marchado muchos cristianos, porque al fin y al cabo, quedan pocos. En Irak han pasado de un millón y medio a trescientos mil, por motivos económicos o por miedo. Es un drama incluso por el Islam, porque una religión que no tiene las ventanas abiertas no tiene la posibilidad de enriquecerse con los otros. Por mí el tema del alteridad es muy importante. Cómo afirmaba Emmanuel Lévinas, el otro es necesario para mi identidad.
En una entrevista anterior, una pionera del diálogo interreligiós afirmaba que el diálogo interreligioso en Cataluña suele ser iniciativa de católicos. Quién trae la iniciativa del diálogo interreligiós en estos otros países?
A veces es la minoría quien trae la iniciativa porque esta necesita de los otros. Aun así, a muchos cristianos no les gusta el diálogo porque no hay reciprocidad. Esta es la realidad. En Europa, muchos musulmanes han venido por motivos económicos, a menudo sin mucha formación, y acaban recluidos en guetos pobres. Y los europeos no se atreven a ir a buscarlos. Hay un tipo de división.
La diferencia es que en el Magreb hay muy pocos cristianos, algunos conversos, más evangélicos que católicos. En cambio, en Oriente Medio hay una larga tradición de vivir juntos. Por ejemplo en Iraq, donde porcentualmente son pocos, pero tienen un alto nivel cultural, que los proporcionaba muchas responsabilidades en el país, en la educación, en la medicina, en la universidad. No había diálogo interreligioso en sentido estricto, pero había una convivencia más allá de los momentos difíciles. Desafiaban juntos los retos sociales, mientras ahora hay una gran división. Este exilio es un drama para los cristianos, pero también para los mismos musulmanes.
Yo había ido varias veces a Arabia Saudí, donde hay una cultura muy cerrada: el otro es un riesgo. En cambio en Egipto, hay una gran tradición cultural, de 5.000 años de civilización, una cultura brillante, copta, musulmana: hay muchas posibilidades de encuentro y enriquecimiento.
Desde Europa vemos todas las iglesias de la Oriente Medio (copta, melquita, asiria, etc.) como una misma realidad. Sufren la misma situación?
Hay grandes diferencias a nivel demográfico. El grupo más numeroso son los coptos ortodoxos, que son entre siete y diez millones en Egipto, y que no sufren tanta emigración. Los libaneses tienen una tradición comercial, como los antiguos fenicios, que tienen lazos en todo el mundo, y que pueden trabajar a cualquier lugar del mundo.
En Siria, Iraq, Líbano, los cristianos son más minoritarios. Y en el Líbano no se puede hacer ningún censo porque sería un peligro para el país, porque la organización política está basada en unos equilibrios entre comunidades, y si se supiera del cierto cuántos miembros cuenta cada comunidad esto podría suponer una grave lucha de poder. Una vez, Juan Pablo II afirmó que el propio país, el Líbano, es un mensaje. Y ahora esto es problemático.
Yo también he viajado muchas veces a Irak, desde el tiempo de Saddam Hussein, y he visto una degradación muy fuerte. La gente piensa que estaba mejor antes. No había libertad, pero como mínimo vivían con menos tensiones.
Las noticias nos hablan de un Oriente Medio lleno de violencia entre religiones, pero la gente corriente también odia la diferencia?
Depende mucho del nivel cultural. Por ejemplo en Egipto, en los lugares más ricos donde hay más cultura, de la religión no hacen ningún problema. Ellos dicen que hace años nadie pensaba en las diferencias religiosas, mientras que ahora son más visibles, sobre todo en los lugares con menos educación.
Actualmente el Sinaí se está llenando de grupos vinculados a Daesh, y para los cristianos son momentos difíciles. Necesitamos un estado fuerte, por la policía, por el ejército, y estos países son estados fallidos, porque son creaciones artificiales de la caída del imperio otomano. Francia e Inglaterra hicieron una división muy artificial. En Iraq, conviven comunidades muy diferentes que no querían vivir juntas, y esto justamente convenía a las metrópolis. No veo solución al momento, y nuestros países no ayudan.
Cuál es el papel de Europa?
Los fundadores de Europa tenían unos ideales (Jean Monnet, Robert Shuman…) había un humanismo y en cambio hemos hecho una Europa comercial, de los bienes. Se han hecho pasos educativos, como Erasmus, pero es casi el único éxito. No hay una Europa política, de defensa. Cómo se gestiona el tema de las migraciones? Se deja en Turquía, incapaces de gestionarlo nosotros y pagamos a los turcos porque lo resuelvan ellos. Tenemos responsabilidades: ellos tienen problemas, pero nosotros también tenemos gran parte de la responsabilidad. Francia, mi país, por ejemplo, ha vendido más armas que nunca antes. Qué queremos?
Los dominicos tenéis una gran tradición de diálogo con los musulmanes. Veis dentro de la Iglesia católica sensibilidades diferentes sobre cómo acercarse al Islam?
Los cristianos reflejan también sus culturas. Yo veo también en el mundo católico mucha miedo por muchos motivos: la violencia y el extremismo de los musulmanes, pero también la disminución demográfica de los cristianos ante los musulmanes. Hay una tendencia a cerrarse en un mundo cerrado, y hoy tenemos un auténtico reto en no cerrarnos. Impartir conferencias sobre el diálogo interreligioso en ambientes católicos es hoy en día muy difícil: el tema no es aceptado.
Tanto de rechazo hay?
Sí, hay mucho. Era más fácil en los años setenta y ochenta.
Y cómo han influido los diferentes pontificados?
Ha habido una gran continuidad desde el Pablo VI. Con el encíclica Ecclesiam Suam, la Iglesia es diálogo, con el mundo moderno, con la cultura, con Dios. Después viene Nuestra Aetate y Lumen Gentium. Joan Pau II se reunió con líderes religiosos judíos, musulmanes, budistas. Y Benedicto XVI también continuó la misma línea, todo que era más intelectual y a la gente los costaba de entender. Joan Pau II tenía el don de los gestos: al descalzarse a la mezquita de Damasco, se ganó una gran fama de amistad con los musulmanes. Benedicto XVI también lo hizo, pero había el temor por su discurso a Ratisbona. Yo he trabajado mucho en Egipto para establecer nuevos lazos, y el papa Francisco visitará las próximas semanas los musulmanes. Hay una continuidad, pero las imágenes son muy diversas. Francisco es sencillo, hace broma, se acerca a la gente. Cambia la imagen, pero la realidad es la misma.
Creasteis conjuntamente con los franciscanos una oficina de Justicia y Paz cerca del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En que consiste?
Entre las estancias en Argelia y Egipto, pasé seis años a Roma, con la entonces maestro de los dominics, fray Timothy Radcliffe, que me encargó dos misiones: la primera, seguir las nuevas fundaciones de la orden, que para mí no consistían sólo en fundaciones en lugares físicos, sino también en lugares culturales. Y el Islam fue una de las prioridades. El segundo objetivo era hacer llegar Justicia y Paz en los lugares de dificultad, para ayudar la gente, cristianos y otros. Y yo vi que una de las cosas que entonces hacíamos era escribir cartas de denuncia a las autoridades. Esto no me parecía bastante y creía que convenía una presencia institucional. Los franciscanos habían empezado una presencia ante la ONU, en Nueva York, y hablé con ellos sobre su experiencia para abrir una representación que nos permitiera hablar directamente con los representantes políticos. Desde entonces, cuando quieres hacer una denuncia de un caso del Pakistán, hablas directamente con el ministro paquistaní. Está claro que para lo cual te tienes que documentar muy bien. Dominicanos for Justice and Peace cuenta también con la ayuda de las germanas dominiques. Allá nos reunimos en el aula Vitoria, en recuerdo del dominic español Francisco de Vitoria, considerado el fundador del derecho internacional. Nuestro papel hoy en día de acuerdo con nuestra tradición dominica, como el propio Bartolomé de las Casas, es tener una presencia en los lugares importantes, es decir, allá donde hay retos. Los dominics somos menos, pero no importa, el más importante es ser en los lugares justos. Esto justifica que seamos dónde somos: tenemos que ser aunque sea difícil, o, todavía mejor dedo, justamente porque es difícil.
Las dificultades no os hacen atrás.
El motivo más grande de alegría de mi vida es que mis superiores siempre me han pedido cosas difíciles. Cuando uno profesa es que está dispuesto a dar la vida por la orden y no sólo a encargarse de una sacristía. Tenemos que pedir cosas muy difíciles a nuestros frailes. Los desafíos no son sólo lugares de violencia. También hay desafíos culturales e intelectuales. En España hay frailes jóvenes muy buenos en filosofía, en teología, que son lugares muy importantes en esta cultura posmoderna.
Qué le pasa en el mundo posmoderno?
En el mundo occidental posmoderno hay poca alegría. La gente está triste. Van al trabajo, al supermercado, compran mucho, pero no hay una alegría verdadera. Creo que el evangelio nos enseña la posibilidad de alegría en situaciones difíciles. Tenemos que animar la gente, darlos esperanza.
Es habitual enfrentar islam y cristianismo, cuando en realidad tienen el mismo reto ante una vida banal, consumista, superficial. Estáis de acuerdo que a nivel mundial tienen muy en común?
El verdadero diálogo no se encuentra en las palabras, sino al afrontar juntos los retos del mundo: educación, libertades, clima, medio ambiente, respecto al ser humano. Hace más de 15 años, en una conferencia de líderes religiosos sobre el sida, se los pidió qué tenían que decir sobre esta enfermedad. Los musulmanes respondieron que la primera palabra que el islam tenía de respuesta era la compasión, la misericordia. Cómo dice la bàsmala, بِسْمِ اللهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيْمِ (bismillah rahmani rahim: En nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso). También para los cristianos, era muy importante subrayar la compasión en un contexto de creciente culpabilización entorno a esta enfermedad.
Aun así, la cooperación no es fácil.
Jean Vanier me vino a ver al Cariz para explicarme que tenía jóvenes musulmanes en la Comunitat del arca, como usuarios y como voluntarios, y que tenían que encontrar las palabras justas para anunciar el misión del arca en un contexto islámico. Primero hicieron un libreto con una flota del Corán y unos versets del Evangelio. Un imam desaprobó que se encontraran estos textos en una misma hoja y entonces Vanier pidió mi ayuda. Lo planteé a un compañero profesor musulmán. Creamos un seminario en el cual convivimos con musulmanes de la comunidad del arca en Kuwait, Bangladesh, India, Francia, Egipto, y finalmente hemos publicado un libro en el cual los mismos musulmanes explican qué significa vivir con los discapacitados. Personalmente, para mí ha sido un gran éxito, y esto que yo he hecho poco porque apenas los he contactado y después varios teólogos musulmanes han trabajado. Hace falta imaginación y creatividad.
En el acto de conmemoración de la Semana Mundial de Armonía Interconfessional que organizó la Generalitat de Cataluña el mes de febrero, el abad Notker Wolf nos proponía superar el concepto de diálogo interreligiós por el de amistad interreligiosa. Ahora proponéis el de encuentro. Por qué el diálogo tiene mala prensa?
Hay una crisis de la verdad en nuestra cultura. Hay muchas palabras por whatsapp y facebook pero también en la política, y no obstante con las palabras nos podemos engañar. En el encuentro, en la cual te veo, nos comunicamos: los ojos, tu lengua, la forma de estar juntos. El encuentro tiene esta posibilidad de desarrollar varios niveles de comunicación.
Comunicación incluso más allá de la lengua.
Cuando estaba en la universidad en Argelia, murió el marido musulmán de una compañera. Fuimos a la ceremonia de la cuadragésima, y al acabar las plegarias los ulemes de la mezquita se dirigieron a los amigos cristianos que también lloran por Ibrahim y con quienes podemos compartir los sentimientos.
¿Las tecnologías nos acercan o se alejan?
Las nuevas tecnologías nos acercan pero no sustituyen el encuentro personal. Hay globalización y también hay muros, fronteras y rechazo del otro. Amin Maalouf nos lo recuerda con su libro sobre las identidades que matan.
Entrevista: Joan Gómez y Segalà